… Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. —Gálatas 1:23
Bill
era un amigo mío del seminario, que había aceptado a Cristo como
Salvador después de vivir un estilo de vida descaradamente pecaminoso.
Él lo describía así: «Iba conduciendo por la calle mientras bebía una
botella de brandy y con la esposa de otro hombre sentada a mi lado.
Cuando veía algunos cristianos en la acera que le testificaban a la
gente, pasaba de largo y les gritaba: “¡Tontos!”. Pero, a las pocas
semanas, me encontré arrodillado en una iglesia y pidiéndole a Cristo
que fuera mi Salvador y Señor». La conversión de Bill hizo que
abandonara sus antiguos caminos y que experimentara una nueva vida en
Cristo. Se produjo un giro total en él.