… Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía. —Génesis 28:16
Samuel,
de cuatro años, había terminado de comer y preguntó si podía irse.
Quería salir a jugar. Pero era demasiado pequeño para estar afuera solo,
así que, la madre dijo: «No, no puedes salir solo. Debes esperar que yo
termine para acompañarte». Su respuesta inmediata fue: «Pero, mami,
¡Jesús
está conmigo!».
Los padres le habían enseñado bien a su hijo que el Señor siempre estaba a su lado. En nuestra lectura bíblica de hoy, vemos que Jacob también había aprendido esa lección. Su padre Isaac lo había bendecido y le había dicho que buscara una esposa entre los parientes de su madre (Génesis 28:1-4). Entonces, siguió sus indicaciones y viajó a Harán.
Mientras dormía, el Señor se le apareció en un sueño y le dijo: «He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres […]; porque no te dejaré…» (v. 15). Cuando despertó, entendió lo que había oído, y declaró: «Ciertamente el Señor está en este lugar…» (v. 16). Confiando en la presencia de Dios, se comprometió a seguirlo toda su vida (vv. 20-21).
Si hemos recibido a Cristo como Salvador (Juan 1:12), podemos tener confianza y hallar consuelo en esta verdad: Él está siempre con nosotros (Hebreos 13:5). Como Jacob, que nuestra respuesta a su amor sea consagrarnos de todo corazón a Él.
—AMCLos padres le habían enseñado bien a su hijo que el Señor siempre estaba a su lado. En nuestra lectura bíblica de hoy, vemos que Jacob también había aprendido esa lección. Su padre Isaac lo había bendecido y le había dicho que buscara una esposa entre los parientes de su madre (Génesis 28:1-4). Entonces, siguió sus indicaciones y viajó a Harán.
Mientras dormía, el Señor se le apareció en un sueño y le dijo: «He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres […]; porque no te dejaré…» (v. 15). Cuando despertó, entendió lo que había oído, y declaró: «Ciertamente el Señor está en este lugar…» (v. 16). Confiando en la presencia de Dios, se comprometió a seguirlo toda su vida (vv. 20-21).
Si hemos recibido a Cristo como Salvador (Juan 1:12), podemos tener confianza y hallar consuelo en esta verdad: Él está siempre con nosotros (Hebreos 13:5). Como Jacob, que nuestra respuesta a su amor sea consagrarnos de todo corazón a Él.
Nuestro Dios amoroso está siempre cerca… a nuestro lado eternamente.
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